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La ciudad extendida a lo largo de la costa esperaba el alba, dormìa en
el primer clarear marmòreo del alba.
Apoyé la frente contra el vidrio frìo de la ventana. En el mar se destacaban
las naves ancladas, regolarmente ordenadas largo la lìnea del horizonte.
A mis espaldas sentìa, sin verla,
su presencia. A mis espaldas sentìa la avenida desierta, los laureles en flor,
las matas de pitòsforos, los tamerici. A mis espaldas, sin verla, la sentìa ,
la ciudad, mi ciudad a un
palmo de mano.
Gianni Nigro
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